Los Imperios africanos


Autor: Felipe Pigna

A partir del siglo VIII, en el interior de una franja comprendida entre los paralelos 11 y 17 grados de latitud Norte, se desarrollaron grandes imperios, como los de Ghana y Malí. Esta zona, denominada habitualmente sabana sudanesa, reunía condiciones naturales favorables: clima favorable y yacimientos de oro.

¿Cómo era su organización política? 
Los soberanos de Ghana llevaban el título de tunka. El tunka reunía los poderes religiosos y políticos. Lo asistía en su tarea el «Consejo del Tunka» y los gobernadores de provincia, que informaban permanentemente al soberano sobre los sucesos que ocurrían en sus distritos.

¿Cómo era la administración de justicia? 
Todas las mañanas el tunka recorría la capital para escuchar las quejas de sus súbditos y hacer justicia en el acto. Para los grandes asuntos del Estado se había construido un edificio especial, una especie de Palacio de Tribunales, donde el tunka era asistido por jueces. Las sanciones eran muy severas. Por ejemplo, los ladrones podían ser vendidos como esclavos o ejecutados. A los asesinos se los desollaba vivos. El bosque sagrado de la capital albergaba una gran prisión de la que nunca se volvía.

La economía 
Las creencias religiosas, fomentadas desde el poder, hacían creer que el oro era portador de un gran maleficio para el que lo conservara. El único que podía, gracias a sus poderes religiosos, poseer oro era el tunka. De esta forma la población trabajaba en las minas de oro pero debía entregar rápidamente el oro a su rey. Esta región pronto entró en contacto con los comerciantes árabes y se transformó en destino obligado de las grandes caravanas de comerciantes que llegaban en busca del codiciado metal.
En Ghana se plantaba mijo, arroz y sorgo, y se criaban cabras, ovejas y camellos.

¿Cómo era su organización social? 
En un principio ésta era una sociedad igualitaria basada en clanes familiares que obedecían a distintos patriarcas. Todos eran iguales y todos los integrantes del clan tenían los mismos derechos. Cada uno de los jefes de los clanes era responsable de la administración y cultivo de las tierras ocupadas.

Pero la aparición del comercio y la ambición provocada por el auge del oro provocaron profundos cambios en esta sociedad. Comenzó a surgir una poderosa clase de mineros y comerciantes que se hizo muy necesaria al tunka, que debió incluirlos en su consejo de gobierno.

Así se formó una sociedad jerárquica y desigual con una clase dirigente muy rica, una pequeña clase media de artesanos y una inmensa clase baja de trabajadores.

La religión 
El culto a la serpiente, Wagadu vida, se mantenía vivo en todo el imperio. Generalmente se realizaba cerca del palacio real o de la casa de los gobernadores. Allí vivían también los brujos que se encargaban de velar por los fetiches y las tumbas reales. El rito funerario tenía similitudes con el del antiguo Egipto y sostenían creencias similares en torno a la reencarnación.

El fin del imperio 
El permanente contacto con las caravanas árabes fue introduciendo lentamente el islamismo, que comenzó a competir con la religión local. Pero el imperio resistió gracias a su poderoso ejército de unos 200.000 hombres muy bien armados y entrenados. De este modo, pudo resistir durante años todos los intentos de sus vecinos y de los árabes de ocupar esta rica región. Pero el gran avance musulmán de los bravos guerreros almorávides logró vencer la resistencia y en el año 1076 el imperio de Ghana sucumbió frente a los musulmanes. Esto dividió la zona en dos reinos. La zona Norte, ocupada por los almorávides, y la zona Sur, refugio de todos los habitantes originales de la región que se resistían a la ocupación extranjera.

Más datos
Kumbi, la capital del imperio, era una gran ciudad, llena de mercados en los que se podía encontrar los maravillosos productos del oriente: vestidos, especias, maderas y perfumes.

Las viviendas eran chozas redondas construidas con piedras, con piso de baldosas con techos de paja en forma de cono. Algunas tenían dos pisos comunicados por vistosas escaleras interiores.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar