Luis A. Huergo contra la Standard Oil


Hablar del petróleo argentino no es hablar meramente de un recurso natural, sino del debate sobre la propiedad y usufructo de los recursos energéticos del país o, como decía Mosconi, de “la fuente del progreso moral y material de los argentinos”. El conocimiento de la existencia de petróleo en estas tierras nos remonta al siglo XVII, específicamente a Salta, aun cuando no se supiera de todas sus potencialidades.

La explotación privada se remonta al siglo XIX, tal como se intentó en Mendoza, aunque fracasara. Pero recién hace poco más de 100 años, el 13 de diciembre de 1907, se puede dar por iniciada la historia petrolífera argentina, cuando dos operarios nacionales enviaron desde Comodoro Rivadavia un telegrama a Buenos Aires, explicando que en lugar del agua que buscaban, se habían topado con petróleo a 535 metros de profundidad. Al día siguiente, el Estado argentino comenzó a regular firmemente la producción del petróleo en el país, creando una reserva pública a la cual las empresas privadas se les vedaba el acceso.

Sin embargo, las opiniones al respecto divergían entre los diferentes espacios políticos. En septiembre de 1910, el oficialismo sancionó la Ley 7.059, que prohibía a los privados la exploración en determinadas áreas de reservas, que fueron limitadas, sólo por el plazo de cinco años.

En el mismo sentido, al llegar al final de aquel año, el gobierno creó la Dirección General de Explotación del Petróleo de Comodoro Rivadavia, con el objetivo de explotar las zonas de reserva fiscal. Al frente de esta institución se designó al ya anciano ingeniero Luis Huergo. El esfuerzo puesto por esta dirección no logró vencer serios obstáculos. Los sectores políticos vinculados a los trusts Standard Oil y Dutch-Shell se encargaron de recortar los fondos presupuestarios para la repartición. Tanto que de los 15 millones de pesos solicitados al Congreso para implementar un plan estratégico en 1914, sólo consiguieron el 10%. La “desidia energética” de parte de los sectores dominantes hizo que el país sufriera una severa crisis de energía durante la primera guerra mundial. Recién con la llegada del yrigoyenismo y gracias al empuje de grupos de militares con ideas de nacionalismo económico, como el general Enrique Mosconi, se crearía YPF. Para recordar esta primera iniciativa petrolera del país, recordamos las palabras de Luis A. Huergo sobre lo perjudicial que resultaba la compañía estadounidense Standard Oil en el desarrollo de la industria nacional.

Fuente: Raúl Scalabrini Ortiz, El petróleo argentino, Buenos Aires, Cuadernos de FORJA, septiembre de 1938, Año II, págs. 4-9, en Rodolfo Puiggrós, Historia crítica de los partidos políticos argentinos, II, El yrigoyenismo, Buenos Aires, Galerna, 2006, pág. 215.

«Los actos de la compañía Standard Oil son juzgados en todas partes como actos de piratas, usurarios, despiadados, capitaneados por un ex sacristán que empezó por llevar la ruina y la desolación a millares de familias de sus propios conciudadanos que, como el pulpo, ha extendido sus tentáculos a todas partes. Esta firma de particulares es realmente un socio activo del gobierno del país.”

 

Luis A. Huergo

Felipe Pigna
Felipe Isidro Pigna (Mercedes, Buenos Aires; 29 de mayo de 1959) es un escritor, divulgador histórico, profesor argentino, especializado en la historia de su país. Realiza trabajos en diversos formatos, y es considerado por el programa Ver para leer como el divulgador con más difusión popular en la Argentina de la actualidad. Pigna es director del Centro de Difusión de la Historia Argentina de la Universidad Nacional de General San Martín, columnista de la radio Vorterix, director de la revista Caras y Caretas y consultor para América Latina del canal de televisión History.