El 4 de marzo de 1811, a los 32 años, moría en alta mar Mariano Moreno mientras se dirigía a Inglaterra en misión diplomática. Moreno había sido designado secretario de Guerra y Gobierno de la Primera Junta, surgida tras la Revolución de Mayo. Desde su puesto, impulsó importantes medidas como la apertura de varios puertos al comercio exterior, la reducción de los derechos de exportación y la redacción de un reglamento de comercio, para mejorar la situación económica y la recaudación fiscal.
Sus infinitas preocupaciones lo llevaron también a fomentar la creación de la biblioteca pública y del órgano oficial del gobierno revolucionario, La Gaceta, que él mismo dirigió. Consciente de lo necesario que resultaba a la causa revolucionaria el apoyo de una potencia extranjera, Moreno propició las buenas relaciones con Gran Bretaña. Sin embargo, no dejaría de prevenir a la población sobre los peligros que entrañaba dejarse “envolver en cadenas” embelezados “por chiches y abalorios”, tal como lo demuestra este artículo que Moreno publicó el 20 de septiembre de1810 en la Gaceta de Buenos Aires.
Fuente: Gaceta de Buenos Aires, 20 de septiembre de 1810. Citada por Biblioteca Argentina. Doctrina democrática de Mariano Moreno, Buenos Aires, 1915, págs.184-189.
«El que observe las relaciones políticas de la Europa en estos últimos tiempos descubrirá que todas ellas no giran sobre otro eje que el interés recíproco de las naciones que contratan… El espíritu mercantil parece que se ha introducido hasta en los mismos tronos…
”…Una general proscripción de todas las pretensiones de la Francia, un franco y libre comercio con la nación inglesa, reglamentos liberales que aumentasen estas relaciones sobre la firme base de recíprocas ventajas, una amistad previniente dispensada a todo individuo inglés residente en este suelo, tales han sido las medidas que la Inglaterra debió pretender de nosotros, y que hemos anticipado generosamente…
”Es un deber del Gobierno exhortar al pueblo a que deponga cualquier prevención contra los ingleses: pero debe al mismo tiempo recomendar y aplaudir el celo con que se ha manifestado inflamado por esta ocurrencia [la conducta del capitan inglés Elliot con motivo del bloqueo. Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos, y no deben fiar sino de sí mismos. El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse. Recibámoslo enhorabuena, aprendamos las mejoras de su civilización, aceptemos las obras de su industria, y franqueémosle los frutos que la naturaleza nos reparte a manos llenas, pero miremos sus consejos con la mayor reserva, y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les habían producido los chiches y abalorios…”
Fuente: www.elhistoriador.com.ar