Pedro Eugenio Aramburu


Fuente: Julio W. Ellauri, Revista LEOPLÁN , N° 676, 3 de octubre de 1962. 

«No debemos temer a la Libertad”

Empezamos el diálogo en forma directa. Encontramos lo que esperábamos: respuestas directas. ¿Estábamos frente a un ex presidente?… ¿Un futuro presidente?… ¿Un eminente hombre de América?… ¿Un abuelo con su nieto?… Era el mismo Aramburu de los novecientos días de gobierno. El mismo de aquel artículo publicado en estas páginas al entregar el poder…

¿Cree usted que nuestra Argentina tiene solución?
Por supuesto que la tiene. El malestar general que anima la vida de la Nación, creando peligrosas tensiones internas, sólo podrá remediarse cuando logremos un gobierno con respaldo ciudadano, que interprete los sufrimientos, los anhelos y las esperanzas de la población. Hay que dar oportunidad al argentino para que pueda hacer, para que desarrolle las inmensas posibilidades a su alcance, para que se sienta dueño de sí y socio del destino nacional. Necesitamos emplear todas nuestras energías para crear la Argentina a que tenemos pleno derecho, y dejar de utilizarlas en rencillas internas y luchas embozadas de mezquinos intereses. Pertenecemos al mundo occidental, y la nuestra es una república democrática. Debemos ubicarnos dinámicamente, por derechos y acción propios, dentro de ese mundo, regresando urgentemente a la soberanía del pueblo por caminos simples.

¿No cree usted que el país no está preparado para elecciones? ¿No cree usted que sería peligroso intentarlo?
Que no está preparado para elecciones y que es peligroso intentarlo, es el argumento utilizado por los dictadores americanos para perpetuarse en el poder hasta que el pueblo logre madurez política. Por supuesto que el reconocimiento de esta aptitud queda librado a la apreciación del hombre providencial que ejerce el gobierno. En lo que atañe a nuestro país, todas las condiciones están dadas para un futuro democrático. El proceso que se desencadene al decidirse consultar al pueblo será el marco para prepararlo. No descarto peligros. Los hay, y graves. Por eso es urgente que los mayores responsables comprendan la necesidad del entendimiento. Por eso es necesaria la conducción gubernamental. Cada día que se pierda, nuestros problemas se complicarán. Estamos atrasados ya. Hay que recuperar el tiempo perdido. No debemos olvidar que la suma de nuestros errores está gravitando primordialmente sobre los sectores de menores posibilidades económicas de nuestra población.

¿Será usted candidato a la presidencia?
Desde hace cuatro años no hago más que hablar con todos los que se me acercan, intentando unir. No a mi favor, sino en beneficio de una solución. No me mueve a ello el fin egoísta de ser yo presidente de la Nación. En cambio, nadie puede impedirme opinar cuando lo considere necesario, en atención, por lo menos, a la responsabilidad que me cupo y a la inquietud que siento por el problema argentino.

¿Se le ha ofrecido esa candidatura?
Es público y notorio que existen grupos o corrientes de opinión que propugnan mi candidatura, entendiendo que ello contribuirá a la unión y pacificación nacional.

De usted se dicen muchas cosas. Algunas no agradables…
Podrá decirse de mí lo que se quiera. No deseo ni puedo desmentir las especies que se hacen correr. Confío en que la verdad triunfará. Mi casa, mis cosas, están a la vista. Son claras y simples. Me considero un hombre absolutamente común. Es verdad que me duelen ciertos ataques a mi persona, no lo niego, pero… en nada modificaré mi conducta. Creo en el diálogo. Creo en las diferencias de opinión y soy capaz de hablar con quienes no coinciden con mi manera de pensar. En ese sentido, no me dejaré impresionar por atacantes que muchas veces no dan la cara siquiera.

¿Cuál es el defecto capital de nuestros días argentinos?
Temer a la libertad. Vivimos negándola en los actos, mientras nos llenamos de palabras huecas. No hay que temer a la libertad. Democracia es la traducción práctica, la mejor traducción de la vida en libertad. En la democracia caben las concordancias y los desacuerdos. Democracia es diálogo, es discusión, es diferencias, es coincidencias, es la posibilidad de pensar y de proceder, es emulación. Los totalitarismos emparejan, aplastan, masifican. Estamos demostrando día a día que tememos a la libertad. He ahí la clave de nuestros problemas.

¿Habla usted de política en el seno de su hogar?
En mi casa ocurre lo que en todos los hogares.

¿Le agrada a usted la política?
No soy político. Me agrada comprender los problemas de mi país y tratar de imaginar soluciones. Para eso consulto, me asesoro, cotejo.

Pero usted está actuando como político…
Creo estar actuado como argentino, simplemente que siente responsabilidad de la hora que vivimos.

Si usted llega a presidente, ¿recurriría a hombres conocidos para asesorarse o formar su gabinete?
Creo que todo ciudadano que llegue a presidente debe recurrir a los que considere mejores, sin fijarse en su procedencia política ni en su ubicación social. Este país cuenta con hombres extraordinarios que nadie conoce, llenos de inquietudes y soluciones, que sufren y estudian el problema argentino, permaneciendo en el anónimato. Todo hombre decente y capaz merece la oportunidad de compartir responsabilidades. El gobierno debe constituir un gran equipo y comprender la interdependencia de esfuerzos. Nada, a no ser esclavizarnos, podrá conseguir un hombre solo.

¿Interpreta usted que este país tiene salida económica rápida?
La rapidez depende de que pongamos orden en el desorden imperante. Es necesario que establezcamos un ordenamiento económico-social, comenzando por la determinación objetiva de nuestra realidad social-económica en todas las regiones del país, extrayendo de ella las conclusiones para la acción correctiva. Necesitamos manejarnos por factores reales y no con juegos de palabras ni recetas importadas que imponen procesos falsos o responden a intereses foráneos. El éxito depende de la colaboración de todos los argentinos, de la fe, de la confianza conjunta en estar haciendo una obra perdurable. Cada cual debe sentirse artífice en la parte que le corresponde. No hay tarea pequeña en la obra común.

¿Cuál es el punto de partida para la solución económica perdurable?
La estabilidad política. Otro intento que olvide este principal fundamento será falso. Y servirá para que perdamos el tiempo arriesgando, consiguientemente, la complicación del problema social.

¿Cree usted que es grave el problema social argentino?
Sí. Muy grave. Por su estado actual y por la carencia de reales soluciones o previsiones. El surge de manera inconfundible en todos y cada uno de los aspectos de la vida nacional.

¿Confía en la Alianza para el Progreso?
Creo que la Alianza para el Progreso es el paso más serio dado en este siglo por una sociedad de naciones con sentido humano.

Se escuchan voces que aseguran que la Alianza para el Progreso ha fracasado. ¿Qué opina usted?
Eso pertenece a la campaña derrotista intencionada que se hace en toda América en pos de una mayor confusión y escepticismo. Lo que ocurre es que muchos creen que se trata de ir a los Estados Unidos y conseguir fondos para pagar improvisaciones, derroches u holgazanerías. El Plan se funda en que cada cual, en primera instancia, debe ayudarse a sí mismo. Esto significa planificar. Y para planificar es preciso conocer las propias posibilidades, las necesidades, el establecimiento de armónicos planes de promoción, el conocimiento general de lo que se hará y cómo se hará. De allí en más habrá de producirse el vuelco del esfuerzo nacional con la orientación natural de la capacidad y poder empresario, con el aditamento de ayudas técnicas y monetarias, según cada caso. El Plan obliga a orientar. Existiendo orientación, sabiendo todos hacia dónde vamos y qué queremos, la marcha será rápida y fácil. Somos el país latinoamericano con menores problemas y más posibilidades. Nuestra responsabilidad es reconstruirnos rápidamente y colaborar en la reconstrucción de nuestros hermanos americanos.

¿Tiene usted fortuna personal?
Si por fortuna se entiende una familia organizada y feliz, soy multimillonario.

¿Viven sus hijos con usted?
Con mi esposa y conmigo vive mi hijo únicamente. Mi hija Sara, su marido y mi nieto, lo hacen aparte.

¿Cómo explica que su hijo no haya seguido la carrera de las armas?
Eligió ser abogado. No hay otra explicación.

¿Qué mundo le gustaría para su nieto?
Una Argentina ejerciendo verdaderamente su libertad.

¿Quién coincide más con usted en temas políticos: su esposa, su hija o su hijo?
La contestación es difícil. Lo que puedo decirle es que todos ellos participan de mis inquietudes.

¿Cuál es su actual actividad?
Tratar de unir. Creo en la necesidad de unir en beneficio únicamente del país.

¿Qué opina usted de los sucesos militares vividos en estos últimos días?
Que han sido el resultado de la mala conducción política.

¿Cree usted que las fuerzas armadas se recuperarán de este colapso?
Es mi anhelo. Es, además, una necesidad nacional.

En momentos críticos de la reciente crisis, usted declaró que era necesario dar pronta solución de fondo con un llamado a elecciones. ¿Sigue hoy pensando lo mismo, ante tantos resentimientos existentes?
He sostenido y sostengo, me afirmo en mis palabras, que para iniciar el principio de solución de esta tragedia argentina es menester apoyarse en la soberanía del pueblo. Si así no se hace, corremos el riesgo de vernos envueltos en gravísimas complicaciones de muy difícil solución. Lo que necesitamos es evolución de acuerdo con los principios de la constitución democrática y republicana. Evolución en paz. Transformaciones sucesivas. No perdamos el tiempo.