Savio, el «padre de la siderurgia nacional»


Fue sin duda alguna el padre de la siderurgia argentina. No es que no existieran propuestas en torno a la industria del acero en el país antes de su aparición. En efecto, el general Manuel Nicolás Aristóbulo Savio reconoció a sus mentores. Pero fue él quien impulsó más que ningún otro el proyecto de creación del Plan Siderúrgico Argentino, a fines de la década de 1940.

Nacido el 15 de marzo de 1893, egresado del Colegio Militar como subteniente en 1910 y graduado como ingeniero militar en 1931, ya en 1936 ascendió a coronel y seis años más tarde a general. Heredero de fray Luis Beltrán y continuador de las tesis industrialistas del general Enrique Mosconi, impulsó Savio la creación de la Escuela Superior Técnica, abierta a los oficiales de las armas, pudiendo egresar los primeros ingenieros exclusivamente militares en 1934.

Pocos años más tarde, Savio asumió la conducción de Fábricas Militares, y logró crear en 1941 la Dirección General de Fabricaciones Militares y consiguiendo el permiso para iniciar exploraciones de cobre, hierro, plomo, estaño, manganeso, wolframio, aluminio y berilio, además de largar un programa de prospección geológica en la Antártida. Su idea era clara: «La industria siderúrgica es fundamental, es primordial, la necesitamos como hemos necesitado nuestra libertad política», solía argumentar.

En 1946 consiguió quizás su mayor logro: presentar un proyecto de ley que, un año más tarde, fue aceptado, aprobándose la creación de SOMISA (Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina), privatizada a manos de Techint en la década menemista, y que entonces instaló sus altos hornos en Ramallo, muy cerca del límite con San Nicolás. La ley aprobada, número 12.987, que creó el Plan Siderúrgico Nacional, llevó el nombre de este general desarrollista, que falleció a los 56 años, el 31 de julio de 1948, fecha hoy considerada como el «Día de la Siderurgia».

Fuente: Manuel Savio, “Nota de elevación del Plan Siderúrgico Argentino al Congreso”, en Obras Completas, Buenos Aires, Ed. Somisa, 1973.

«Entendemos que la industrialización del país es imprescindible e impostergable como factor de equilibrio económico social (…) Entendemos también (…) que la industria comúnmente llamada ‘pesada’ es primordial para desarrollar la de carácter manufacturero (…) y que, por lo tanto, si el país renuncia a contar con ella perderá la oportunidad de ocupar… en el concierto universal el nivel que le corresponde por su potencial moral y material, pues dependerá en forma excesiva de la buena voluntad extraña a sus propios y vitales intereses

 

Manuel Savio

Fuente: www.elhistoriador.com.ar