Waldo Ansaldi


Autor: Felipe Pigna

¿Cómo definiría a Rosas?
La mejor definición de Rosas -me parece- no es la de un federal, como quiere cierta versión tradicional casi de sentido común, sino más bien la de un decidido propulsor del predominio de la autonomía de la provincia de Buenos Aires del resto de las provincias del antiguo Virreinato del Río de la Plata.

Rosas mantuvo y potenció las relaciones económicas con el Reino Unido aun en aquellos momentos en los cuales las circunstancias políticas lo llevaron a aparecer en una posición de oposición al Reino Unido, como en el caso de los dos bloqueos. Me parece una lectura inequívoca de un comportamiento de larga duración de la burguesía argentina, empezando por la porteño-bonaerense, la de no ceder, ni un ápice, del control de los medios de producción al capital extranjero, cederle el campo de la comercialización, pero no ceder tampoco un ápice en cuanto a la soberanía política. Me parece que ésta es una de las claves que ayuda a entender la dinámica que tiene el largo período del rosismo y particularmente su estrecha conexión con los grandes capitales británicos.

¿Cuál fue el modelo de país que vio Mitre?
La habilidad política de Bartolomé Mitre fue entender que no había posibilidad de viabilidad de construcción de un nuevo estado si no era reconstruyendo una estructura política-administradora que al mismo tiempo fuera un mercado mucho más amplio, si no era mediante la construcción de los limites del antiguo Virreinato del Río de La Plata, o por lo menos de lo que quedó de él después de las tres grandes secesiones de Paraguay, Bolivia y Uruguay. Me parece que cuando este problema se resuelve, el único que queda de envergadura es cómo distribuir las cuotas de poder que se van a repartir entre los grupos de dominación.

¿Qué oposición tuvo este modelo?
La más importante de las oposiciones al modelo político de hegemonía de Buenos Aires es la insubordinación, las montoneras del Chacho Peñaloza y de Felipe Varela. Sobre todo la de Felipe Varela, que se hace sobre la base de reconocer el liderazgo de Urquiza, por un lado, que es el primer capitalista en términos de poderío económico que existe en la Argentina de esos años, y, por el otro, el no poner en cuestionamiento el modelo económico, diríamos en lenguaje de hoy, sino simplemente repartir de manera diferente la inserción de las economías regionales postergadas del interior mediante una cierta articulación con los mercados tradicionales del Pacífico (Chile, Bolivia, Perú), pero al mismo tiempo reconociendo este empuje avasallador del capitalismo, que en la Argentina penetra desde el este, vía Buenos Aires y se expande subordinando al de la región.

Pero las disidencias de las clases subalternas, ni siquiera la revuelta de Quera, en la Puna Jujeña en la década de 1870, -que es importante en cuanto a movilización indígena- pueden considerarse como una propuesta desestabilizadora del orden político, mas allá de la reivindicación meramente local, incluso admitiendo y no olvidando que la revuelta de Quera se inserta dentro de la sublevación mitrista en contra del presidente Avellaneda. Esta participación de clases subalternas en la disidencia política es a remolque de las aspiraciones o acciones conducidas, dirigidas, protagonizadas por núcleos dominantes locales.

¿Cómo se consolida el modelo en 1880?
A partir de 1880 se define el proceso de estructuración de los mecanismos de dominación. Y esta dominación va a tener algunas características particularmente destacables. Va a ser homogénea en el plano de la economía y en el plano de la cultura.  Pero en cambio en el plano de la política este modelo no alcanza a ser hegemónico y es claramente dominante. No hay entonces hegemonía, sino dominación.

Esta situación entre una hegemonía en el plano de lo económico y en el plano cultural que se encuentra disociada de la ausencia de dominación en el plano político, es el modo en el que se resuelve, precisamente, esa larga tensión que había caracterizado los enfrentamientos de la sociedad argentina a partir de 1810 hasta 1880. Ese largo periodo de 70 años que culmina, entonces, en esta inserción de la Argentina en la división internacional del trabajo. Es también el resultado de la clara dominación del modo de producción capitalista en la dialéctica por la resolución de las diferentes formas en las que se expresaba la heterogeneidad estructural de la economía Argentina hasta ese momento.

Lo que termina de impulsar el desarrollo capitalista, siempre desde el este hacia el oeste -nosotros tenemos también nuestra propia conquista del oeste-, es precisamente el ferrocarril. En ese sentido creo que el estado no solamente crea la nación en la Argentina, de algún modo también modela la sociedad. El estado nacional es el que impone en definitiva, a veces incluso en contraposición con intereses económicamente dominantes, las líneas de desarrollo y las reglas del juego que han de jugar sobre todo después de su definición en 1880.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar