El 4 de septiembre de 1970 el médico socialista Salvador Allende triunfaba en los comicios presidenciales de Chile, después de tres derrotas electorales. La poderosa coalición de izquierda que encabezó Allende estaba conformada por los partidos Comunista, Socialista, radicales, Izquierda Cristiana, Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), Acción Popular Independiente, entre otros. A diferencia de los intentos anteriores, la coalición era dirigida por primera vez por los sectores ligados a la clase trabajadora. El programa del Frente Popular contenía propuestas de larga aspiración popular, como una política exterior independiente, la reforma agraria y la nacionalización del cobre. El 4 de noviembre, Allende asumió la presidencia, pero durante toda su gestión, debió enfrentar las conspiraciones internas y la injerencia externa, hasta que finalmente fue derrocado por el general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973.
Fuente: Salvador Allende, Textos escogidos, Selección e introducción de James Cockcroft, Editorial Universidad Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires, 2003.
“Desde el momento mismo en que triunfamos electoralmente el 4 de septiembre de 1970, estamos afectados por el desarrollo de presiones externas de gran envergadura, que pretendieron impedir la instalación de un gobierno libremente elegido por el pueblo, y derrocarlo desde entonces. Que ha querido aislarnos del mundo, estrangular la economía y paralizar el comercio del principal producto de exportación: el cobre. Y privarnos del acceso a las fuentes de financiamiento internacional. La ITT, gigantesca corporación cuyo capital es superior al presupuesto nacional de varios países latinoamericanos juntos y superior incluso al de algunos países industrializados, inició, desde el momento mismo en que se conoció el triunfo popular en la elección de septiembre de 1970, una siniestra acción para impedir que yo ocupara la primera magistratura. Hasta el momento de la iniciación de mi Gobierno, Chile percibía por concepto de préstamos otorgados por organismos financieros internacionales, tales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, un monto de recursos cercano a ochenta millones de dólares al año. Violentamente, esos financiamientos han sido interrumpidos. Esta asfixia financiera de proyecciones brutales, dadas las características de la economía chilena, se ha traducido en una severa limitación de nuestras posibilidades de abastecimiento de equipos, de repuestos, de insumos, de productos alimenticios, de medicamentos. Todos los chilenos estamos sufriendo las consecuencias de estas medidas, las que se proyectan en la vida diaria de cada ciudadano, y naturalmente, también, en la vida política interna. Lo que he descrito significa que se ha desvirtuado la naturaleza de los organismos internacionales, cuya utilización como instrumentos de la política bilateral de cualquiera de sus países miembros, por poderoso que sea, es jurídica y moralmente inaceptable. ¡Significa presionar a un país económicamente débil! ¡Significa castigar a un pueblo por su decisión de recuperar sus recursos básicos! ¡Significa una forma premeditada de intervención en los asuntos internos de un país! ¡Esto es lo que denominamos insolencia imperialista!”
Salvador Allende
Fuente: www.elhistoriador.com.ar