A pesar de que, como Protector del Perú, el general José de San Martín había procurado hacer desaparecer las armas de la monarquía española y todos los signos de su dominación “como símbolos de esclavitud”, creyó necesario, para ganarse el apoyo de cierta aristocracia peruana o, al menos, neutralizar su oposición, que ésta conservara sus “timbres”. Así, San Martín mantenía -nacionalizándolo- parte del aparato de aquel cuestionado estamento, al tiempo que les permitiría justificar sus blasones por los servicios dados a la patria.
Para ello, instituyó la “Orden del Sol”, a semejanza de la “Orden de Cincinnatus” establecida por Washington, la “Legión de Mérito” de Chile otorgada por Bernardo O’Higgins, la más democrática “Orden Militar de los Libertadores” de Simón Bolívar o la más conservadora “Legión de honor de Napoleón”. El carácter más o menos democrático se evaluaba, entre otras consideraciones, por su capacidad de extensión hereditaria, siendo las prerrogativas que brindaba San Martín personales y vitalicias, heredables hasta la tercera generación. Según el general, “sin herir la igualdad ante la ley”, servirían “de estímulo a los que se interesen en ella”.
La orden establecería tres capas: fundadores, beneméritos y asociados. En cada cuerpo del ejército, se conferiría la condecoración a tres oficiales, excluyendo a la tropa, alcanzada ya por la distinción “Legión de Mérito”. En el caso de los “fundadores”, gozarían de preferencias para los grandes cargos estatales. Para los “beneméritos”, habría preferencias para empleos de segundo orden. Mientras tanto, los “asociados” serían atendidos en primer lugar en los empleos que ocuparan.
La Orden conformaría un Gran Consejo que, entre otras funciones administrativas, podría acordar pensiones anuales a sus socios. Se financiaría con las arcas públicas y tendría a disposición de los socios un colegio especial de educación. Lo particular del caso es que San Martín hizo extensivo los honores a las mujeres, a través de otra distinción, al considerar que “el sexo más sensible debe ser el más patriota”. La decisión de establecer ciertas jerarquías, junto con la aceptación del cargo de Protector del Perú durante un año, fueron algunas decisiones a menudo criticadas. Sin embargo, sin perder de vista el criterio republicano que lo guiaba, San Martín y los patriotas que lo acompañaban creyeron en la necesidad poner en marcha estas medidas en tiempos de guerra independentista, como excepcional medida de táctica política.
No obstante las pretensiones de perpetuidad, la Orden fue suprimida por el Congreso Instituyente del Perú, durante el período en que Bolívar presidió con amplios poderes esta república (1824-1827).
Recordamos el acontecimiento de la creación de la “Orden del Sol” con un fragmento del decreto que la fundó, en diciembre de 1821.
Fuente: Decreto del Protector del Perú, 27 de diciembre de 1821, en Bartolomé Mitre, Historia de San Martín, Buenos Aires, La Nación, Tomo III, p. 225.
«He contemplado hacer hereditario el amor a la gloria, porque después de derogar los derechos hereditarios, que traen su origen de la época de nuestra humillación, es justo subrogarlos con otros, que sin herir la igualdad ante la ley, sirvan de estímulo a los que se interesan en ella. La Orden del Sol, patrimonio de los guerreros libertadores y premio de los hombre beneméritos, durará así mientras haya quien recuerde los años heroicos, porque las instituciones que se forman al empezar una grande época, se perpetúan por las ideas que cada generación recibe, cuando pasa por la edad en que averigua con respeto el origen de lo que han venerado sus padres.”
José de San Martín
Fuente: www.elhistoriador.com.ar