Fuente: Archivo General de la Nación, infolio, pág. 257, citado en Otero, José Pacífico, Historia del Libertador Don José de San Martín, Buenos Aires, Editorial Sopena Argentina, 1949, págs. 407-408.
San Martín describe al director Álvarez Thomas su plan de avanzar sobre Chile para luego conquistar Lima. Carta del 29 de febrero de 1816.
“Chile por su excelente población proporcionalmente a las demás regiones de esta América, por la natural valentía y educada subordinación de sus habitantes, por sus riquezas es el pueblo capaz de fijar –regido por mano diestra- la suerte de la revolución. Él es el fomento del marinaje del Pacífico. Casi podemos decir que lo ha sido de nuestros ejércitos y de los del enemigo. En este concepto nada más interesante que ocuparlo. Lograda esta grande empresa, el Perú será libre. Desde allí irán con mejor éxito las legiones de nuestros guerreros. Lima sucumbirá, faltándole los artículos de subsistencia más preciosos. Pero para este logro despleguemos de una vez nuestros recursos. Todo esfuerzo parcial es perdido decididamente. La toma de este país recomendable debe prevenirse de toda probabilidad. Ella exige una fuerza imponente, espacio e tres o cuatro meses. De otro modo, el enemigo nos disputa el terreno palmo a palmo. Chile naturalmente es un castillo; la guerra puede hacerse interminable y entretanto variar el aspecto de la Europa; armas sólo que envíe la Península puede traernos consecuencias irreparables.…
”A este fin, debe proveerme V.E.: primero, de doce a catorce mil pesos para mantener nuestras relaciones secretas, minar la opinión de las tropas y extraernos todo el armamento posible; segundo, con cuatro mil hombres, entre ellos setecientos de caballería, contando con que esta provincia puede poner con su actual guarnición dos mil doscientos hombres; tercero, con tres mil fusiles de a 4, y sesenta mil pesos, de los cuales treinta mil puedo en tal lance exigir de estos vecinos; pues no es regular ir a Chile sin numerario y empezar por exacciones cuando se debe seguir un sistema en todo opuesto al de sus opresores. Por último, deben zarpar oportunamente de esas playas dos buques de toda consideración y porte, armados de cuenta del Estado y sujetos a órdenes del jefe del ejército, los que, cruzando las costas de Chile, contengan el escape de nuestros enemigos o los apresen con los grandes tesoros que de lo contrario pueden substraer, promoviendo sobre todo desde ahora estos preparativos para que nada falte en el momento precioso de la marcha. Yo, por mi parte, protesto activar cuanto alcance en mis recursos hasta formar –si es de la aprobación de V.E.- cuadros completos de oficiales escogidos entre los emigrados, los que, uniformados a nuestra táctica, serán utilisímos y podrán llenarse fácilmente en aquel país donde por sus relaciones se deben merecer la confianza y aprecio de sus naturales”.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar