Tenzin Gyatso –su nombre verdadero lleva cinco nombres más– fue coronado el 17 de noviembre de 1950. Tenía apenas 15 años cuando pasó a asumir el liderazgo del gobierno del pueblo tibetano. Todavía no tenía los 17 años adecuados para asumir tal responsabilidad, pero desde que tenía dos y cuando todavía su nombre era Lhamo Dhondup, ya había sido reconocido como la reencarnación del decimotercer Dalai Lama, fallecido en 1933, y por tanto se lo consideraba el supremo dirigente espiritual y político del Tíbet.
De pequeño le fue impartida la educación filosófica del budismo tibetano y nombrado Buda de la compasión. En 1950, su rápida coronación fue motivada por la amenaza china. La República Popular, recientemente constituida, tras la victoria de las fuerzas comunistas al mando de Mao Tse Tung, consideraba peligrosa la existencia de una región independiente en el Oeste del país. El Tïbet había declarado su independencia en 1912, tras la caída de la última dinastía imperial china.
Los intentos del joven líder de conseguir el apoyo de la comunidad internacional y de establecer un acuerdo con los gobiernos de China e India fueron infructuosos. El asedio chino y la reacción del pueblo tibetano terminaron en la masacre de 1959 y la total ocupación del Tíbet. El gobierno del Dalai Lama y decenas de miles de tibetanos cruzaron el Himalaya y se establecieron en Dharamsala, una pequeña ciudad al norte de la India, donde desde entonces se instaló el gobierno tibetano en el exilio. En 1989, recibió el Premio Nobel de la Paz, por resistirse al uso de la violencia en la lucha del pueblo del Tíbet por conseguir su independencia.
En la fecha de su natalicio, recordamos las palabras del actual Dalai Lama, reflexionando sobre la paz mundial, el progreso material y el desarrollo.
Fuente: www.dalailama.com (Traducción de El Historiador)
«Cuando nos levantamos por la mañana y escuchamos la radio o leemos los diarios, nos enfrentamos con las mismas noticias tristes: violencia, delincuencia, guerras y desastres. No pasa un solo día sin que aparezcan noticias que informen que algo terrible ocurrió en algún lugar del mundo. En estos tiempos modernos, queda claro que la vida no está segura en ninguna parte. Ninguna generación ha debido experimentar con anterioridad tantas malas noticias como las que enfrentamos hoy en día. Esta conciencia permanente de miedo y tensión debe llamar a la reflexión a las personas sensibles y compasivas respecto al progreso de nuestro mundo moderno.
Es irónico que los problemas más graves surjan en las sociedades más avanzadas industrialmente. La ciencia y la tecnología han hecho maravillas en muchos campos, pero no lograron solucionar los problemas humanos básicos. Si bien se registra una alfabetización sin precedentes, esta universalización de la educación no parece haber fomentado la bondad, sino tan sólo la inquietud mental y el descontento. No puede ponerse en duda el aumento del progreso material y los avances en tecnología, pero por alguna razónesto no es suficiente ya que no hemos logrado alcanzar la paz y la felicidad ni superar el sufrimiento.Sólo podemos concluir que debe haber algún problema serio en nuestro progreso y desarrollo, y si no lo solucionamos a tiempo podría acarrear consecuencias desastrosas para el futuro de la humanidad.»
Dalai Lama
Fuente: www.elhistoriador.com.ar