El paso de Mussolini por el socialismo


Hacia 1932, León Trotsky escribía: “Aún después de asumir el poder, Mussolini procedió con la debida cautela, el gobierno fascista tomó el carácter de una coalición. Entretanto, las bandas fascistas estaban ocupadas en trabajar con cachiporras, cuchillos y pistolas. Sólo en este sentido el gobierno fascista fue creado lentamente…”. El exiliado líder bolchevique se refería a lo sucedido en Italia una década atrás, cuando durante el segundo semestre de 1921, ante la crisis económica y social de la primera posguerra, el fascismo conseguía la simpatía de una amplia mayoría de la empobrecida población italiana y asumía el poder sin advertir del todo en lo que se convertiría años más tarde.

Aunque el nuevo orden propugnado por el recientemente creado Partido Nacional Fascista (que agrupaba a los comandos fascistas) era muy claro: su programa partidario indicaba que la nación no era una «simple suma de individuos vivientes ni el instrumento de los fines de los partidos, sino un organismo … que es síntesis suprema de todos los valores materiales y espirituales de la raza». Quien encabezaba este movimiento era un forlines nacido en Dovia di Predappio, un 29 de julio de 1883, hijo de un herrero anarquista y de una maestra que creía en la educación. Se llamaba Benito Amilcare Andrea Mussolini.

Ya de joven había sido propenso a la acción directa. Había sido sancionado en varios colegios donde estudió y pronto se acercaría al Partido Socialista Italiano. Con 20 años comenzaría su trayectoria sindical, pero en Suiza, anotado en el gremio de albañiles y obreros de Lausana. De regreso a Italia en 1904, cumplió finalmente con el servicio militar y luego se dedicó a la enseñanza de idiomas e historia. La militancia y la agitación lo pusieron en varias ocasiones en el ojo de la policía. 

La vida errática y la persistente edición de revistas políticas, entre ellas el periódico Avantti, le permitieron hacer crecer su figura en el Partido. Pero la entrada de Italia en la Primera Guerra Mundial y las cada vez más duras posiciones nacionalistas de Mussolini provocan su expulsión, que suplirá con su alistamiento en el Ejército. Al regresar de la guerra, Mussolini habla a los soldados, sus familias y a la empobrecida clase media, desde su Il Popolo d’Italia.

Su influencia crecía exponencialmente. Sus arengas y resuelto accionar generaban una atracción inestimable. Muy pronto, en una Italia convulsionada por la crisis y con un activismo sindical y de izquierda efervescente, Mussolini lograría crear una agrupación nacionalista de choque (los fascis) y luego dar forma al Partido Nacional Fascista, con el cual sería electo como Diputado Nacional, ya con la anuencia de algunos sectores de la clase dominante y con la creciente violencia squadrista. Así, no tardaría en producirse la Marcha sobre Roma, tras lo cual el rey Víctor Manuel III encargó a Mussolini formar un nuevo gobierno.

Una vez en el gobierno, mientras reorganizaba la economía del país, Mussolini fue concentrando el poder e institucionalizando un sistema corporativo, con basamento en una legalidad altamente represiva y eje en las milicias fascistas. En el plano exterior, formó parte del reparto colonial entre las potencias, sobre todo en África, que iría prefigurando las alianzas de la Segunda Guerra Mundial, con afinidad con la Alemania hitleriana y la España franquista, con las cuales no siempre mantendría buenas relaciones. A ello se debería la promulgación de leyes raciales y la colaboración en el exterminio judío.

Al comenzar la guerra, la Italia fascista se expandiría notablemente, pero al revertirse el curso de la misma, a partir de mediados de 1942, la confianza interna hacia Mussolini comenzó a decaer. Con la invasión de las fuerzas aliadas del sur de la península, la suerte de Mussolini daba un giro brusco y previendo el avance aliado, el rey Víctor Emanuel ordenaría su arresto y el cambio de gobierno.

Mientras el Eje perdía el rumbo, Italia se hundía en la guerra civil. Mussolini logró ser rescatado por un comando nazi y fue repuesto como Duce en un gobierno combinado en el norte del país bajo ocupación alemana, que llevaría el nombre de República Social Italiana o República de Saló. Pero ya por entonces, ni la relación con Hitler era de fiar. Cuando Alemania se derrumbó, intentó primero alcanzar un acuerdo con las fuerzas partisanas de la resistencia, ante cuyo fracaso intentaría fugarse del país disfrazado. Mussolini fue arrestado y fusilado el 28 de abril de 1945, junto a su amante Clara Peracci.

En esta ocasión, recordamos el paso de Mussolini por el socialismo con las palabras del periodista español José Pla, publicadas en El correo de España en 1922.

Fuente: “De Italia un perfil: Mussolini”, por José Pla, en El correo de España, Buenos Aires, lunes 6 de noviembre de 1922; Mussolini según sus contemporáneos en la década de 1920.

«Mussolini ha nacido en un pueblo de la Romagna. (…) De estudiante, (…) se inscribió en el socialismo y militó en la extrema izquierda revolucionaria. En la Romagna (…) empezó a organizar círculos socialistas de obreros del campo. (…) En poco tiempo se inscribieron en sus círculos treinta mil obreros. En el congreso de Modena (1912), Mussolini hace triunfar la fracción izquierdista, hace que Bissolatti y Bonomi sean expulsados del partido; es, en una palabra, una verdadera guillotina. Por aquella época Mussolini vestía de cualquier manera. Con un pañuelo en el cuello, con un sombrero absurdo, sucio, sin afeitar, mugriento, presentaba el tipo del sentimentaloide situado entre la bohemia y la metafísica económica. Su cultura política vasta, con filtraciones filosófico-literarias y su fama probada de organizador, formaba un complejo raro en el socialismo italiano que ha tenido tantas personalidades primarias: grandes intelectuales incapaces para la acción como Turatí y Treves y grandes practicones que se han pasado la vida odiando a los soñadores. Violento, agrio, fuerte, de una ironía descarnada, antifeminista, Mussolini desechaba la parte dulce del socialismo, la parte bonita, y durante un cierto tiempo fue el verdadero dictador del partido

 

José Pla

Fuente: www.elhistoriador.com.ar