Luego de finalizada la Guerra de Malvinas, la Junta Militar se vio forzada a dar una respuesta pública por la estruendosa derrota que había sufrido frente a Gran Bretaña. Intentarían limpiar su imagen, ante una salida que se preveía próxima y poco decorosa. La investigación interna que se ordenó para ese fin se mostró, para su sorpresa, poco complaciente con la actuación de los mandos militares.
El informe que luego trascendió a la prensa bajo el nombre de quien presidió la secreta comisión investigadora, Benjamín Rattenbach, fue devastador. Según las responsabilidades atribuidas, hasta se llegó a recomendar la pena de muerte para algunos de los investigados. Por ello mismo, fue ordenado su ocultamiento.
La dictadura había irrumpido en marzo de 1976. Los primeros años se habían dedicado de forma intensa a la brutal represión y a la instalación de los pilares del neoliberalismo en el país. Pero hacia comienzos de 1981, una emergente resistencia popular y cierta presión internacional comenzaba a inquietar a los mandos militares, al tiempo que seguía deteriorándose la situación económica general. Este hecho impulsó un nuevo cambio en la cúpula militar: el general Leopoldo Galtieri, el brigadier Basilio Lami Dozo y el almirante Jorge Anaya asumieron las riendas del país.
A poco de asumir, Galtieri dispuso la preparación de la recuperación por la fuerza de las islas del Atlántico Sur, ocupadas por Gran Bretaña desde 1833. Por entonces, no obstante contar la Argentina con una importante resolución de la ONU, desde 1965, a favor de la negociación, la relación con los ingleses estaba estancada.
El 2 de abril de 1982, tropas argentinas al mando del general Mario Benjamín Menéndez desembarcaron en Puerto Stanley, rebautizándolo como Puerto Argentino. La escasa fuerza británica fue reducida y nuevos refuerzos fueron enviados para reforzar la posición. Sin embargo, Gran Bretaña no tardó en enviar una poderosa flota, contando con un amplio respaldo internacional, incluido el de Estados Unidos, apoyo con el que los jefes argentinos creían ingenuamente contar.
El 1º de mayo comenzaron los enfrentamientos y salvo escasos aciertos de los aviadores argentinos y el heroísmo de muchos jóvenes mal armados y entrenados, las tropas británicas no encontraron resistencia. El 14 de junio finalizó la guerra. Más de 650 muertos y más de 1100 heridos fue el resultado para la Argentina.
La torpeza de la Junta Militar pronto se hizo evidente y el entusiasta apoyo inicial de un importante sector de la sociedad se esfumó velozmente. Galtieri renunció el 17 de junio. Paradójicamente, con el fracaso bélico el país ganaba la oportunidad de encontrar un pronto final a la etapa más oscura de su historia. Las Malvinas y sus héroes, injustamente, quedarían pegados a las decisiones de una Junta delirante y criminal.
En esta oportunidad, recordamos el inicio del conflicto bélico y el sacrificio de aquellos jóvenes argentinos, con un fragmento del devastador informe Rattenbach.
Fuente: Revista Siete Días, Nº 858 (23/11/83) y 859 (30/11/83), Presidencia y www.cescem.org.ar
«El análisis de esta situación política debió inducir a la Junta Militar a postergar los proyectos para la recuperación de las islas, particularmente teniendo en cuenta que nuestras FF.AA. no se hallaban en condiciones de enfrentar una reacción británica que debió considerarse la más peligrosa y muy probable, como fue la de acudir con todo su poderío a recuperar los archipiélagos. (…) Cabe recordar que se había esperado 149 años y nada presuponía la existencia de impedimentos para aguardar una oportunidad más favorable. (…) En esos momentos, resultó evidente lo erróneo de dos supuestos que condicionaron la concepción política y estratégica de la Junta Militar: QUE GRAN BRETAÑA NO REACCIONARIA MILITARMENTE Y QUE LOS EE.UU. NO PERMITIRÍAN UNA ESCALADA MILITAR. Dado que los hechos estaban demostrando lo contrario, correspondió modificar la concepción política y estratégica, en lugar de perseverar en el error. (…) Tanto la Junta como el propio canciller partieron de presupuestos reñidos con la realidad. Los conceptos de «inexpugnabilidad» y las expresiones «triunfalistas» exageradas que los medios de difusión propios hicieron de ciertas acciones bélicas, confundieron a los conductores argentinos respecto de la verdadera situación militar de las fuerzas en oposición, induciéndoles a adoptar posturas excesivamente inflexibles y contradictorias que fueron cerrando, progresivamente, los caminos de la negociación. (…) Los procedimientos adoptados por la Junta Militar condujeron a la Nación a la guerra sin una adecuada preparación, contradiciendo normas esenciales de planificación y engendrando así errores y omisiones fundamentales que afectaron la orientación estratégica militar y la coherencia de la planificación contribuyente. Todo ello constituyó una causa decisiva de la derrota. (…) La carencia de un adecuado adiestramiento para la acción conjunta se tradujo en la falta de la necesaria unidad de comando y de la imprescindible coherencia de las operaciones interfuerzas, actuándose, prácticamente, en compartimientos estancos, sin la debida integración y convergencia de esfuerzos. (…) La oportunidad LIBREMENTE FIJADA POR LA JUNTA MILITAR PARA LA RECUPERACIÓN DE LOS ARCHIPIÉLAGOS DEL ATLÁNTICO SUR benefició fundamentalmente al enemigo.»
Comisión Rattenbach
Fuente: www.elhistoriador.com.ar