Fuerzas Armadas Peronistas (FAP)


FuenteCristianismo y Revolución Nº 25 – Septiembre 1970

Suele sorprender, sobre todo en el extranjero, que una de las manifestaciones más importantes de las guerrillas en la Argentina sea peronista y esgrima como consigna el retorno de Perón al país y al gobierno. Sectores del peronismo reformista también reclaman ese retorno y lo han procurado inútilmente por la vía del pacto político, las elecciones, etc. Tales sectores, por otra parte, se conformarían con un regreso al gobierno peronista de tipo constitucional y parlamentario de 1945 al ’55 y con una revolución nacional burguesa similar a la que se desarrolló pacíficamente en ese período, pero no reclaman e incluso rechazan una revolución social o más claramente, socialista.

¿Qué clase de retorno y qué clase de gobierno propugnan las FAP?
FAP: Su pregunta se refiere específicamente a que resolvamos la contradicción que significa que tanto sectores reformistas como organizaciones revolucionarias del movimiento peronista levante simultáneamente las mismas banderas.

Toda la resistencia peronista, a partir de 1955, ha tenido un denominador común: oponerse a la ofensiva oligárquica y a la penetración imperialista. Los métodos y las formas que llevó a la práctica son los métodos y formas que puede producir un movimiento nacional de un país dependiente que reúne en su seno a la casi totalidad de la clase trabajadora y simultáneamente a sectores burgueses. (Hasta 1955 la dirección del movimiento estuvo preponderantemente en manos de sectores de la burguesía nacional).

Lo importante es que todo este período de resistencia ha servido no sólo para decantar hombres y marginar a los sectores burgueses, sino también para profundizar a nivel masivo una metodología de lucha, cada vez mas protagonizada por la clase trabajadora.

El movimiento peronista esta constituido esencialmente por la clase trabajadora. El peronismo es la mayor y más clara identificación de clase de nuestro pueblo. A su vez el antiperonismo identifica a la oligarquía. La presencia insobornable del peronismo explica la dictadura militar en nuestro país. El peronismo sinónimo de pueblo impide cualquier maniobra reformista o seudodemocrática. Si esto es así, si en los últimos 25 años el peronismo ha constituido, sin lugar a dudas, la más consecuente oposición antioligárquica y antiperonista; así junto a la realidad incuestionable se verifica un profundo odio por parte de la oligarquía y simultáneamente un profundo amor y respeto, por parte del pueblo, hacia el líder máximo e indiscutible, así, a través de todos estos años, ha quedado demostrado que Perón no es encuadrable de ninguna manera dentro del sistema; está claro que significa el retorno de Perón y, además, que esto sólo es posible en el transcurso de un proceso revolucionario.

El retorno de Perón, es, entonces, una consigna revolucionaria porque es la más clara identificación de clase y porque está supeditado a la derrota total de la oligarquía por el pueblo en armas. La existencia de sectores, dentro del movimiento, que aún siguen manteniendo planteos reformistas se debe a que desde su origen integraron el peronismo sectores de la burguesía nacional que todavía subsisten y a cuyos planteos se adhieren dirigentes sindicales burocratizados. La representatividad de todos estos sectores está hoy en franco deterioro y su conducción es mas aparente que real.

Respecto a la segunda parte de su pregunta: es evidente que la humanidad marcha hoy en lo económico hacia formas socialistas de producción. Nosotros no nos contentaríamos con una perspectiva de mera distribución de riqueza. La liberación total, la creación del hombre nuevo que buscamos trasciende los marcos puramente económicos.

Las FAP no propugnan formas de gobierno. Las FAP fundamentan su estrategia en la construcción de una organización político-militar revolucionaria que se consolide en una guerra prolongada con la participación masiva del pueblo. Esta participación consciente del pueblo determinará la calidad y las formas de gobierno.

Entre 1955 y 1959, principalmente sectores obreros peronistas libraron contra los regímenes que sucedieron a Perón una lucha armada heroica pero rudimentaria, a la que se llamó resistencia. Hoy se ve con claridad que aquella primera resistencia peronista fue negociada por los dirigentes políticos y sindicales que llegaron al pacto con el frondizismo. ¿En qué es distinta la situación en 1970 y por qué es imposible la repetición de aquel proceso? 
FAP: Todos los métodos de lucha adoptados en la permanente actividad de resistencia del peronismo tuvieron como protagonista y ejecutor principal al conjunto de la clase trabajadora, y efectivamente esa lucha fue negociada, y a veces traicionada por algunos de los dirigentes del peronismo. Pero todo este proceso produjo, por un lado, la progresiva participación de la clase trabajadora en la conducción misma de la lucha y, por otro, un nivel de conciencia que determina que hoy no exista la posibilidad de repetir experiencias ya agotadas. De aquí mismo han surgido los militantes y activistas que hoy conforman la organización revolucionaria peronista. Simultáneamente se produce el deterioro de las conducciones burocráticas, su pérdida de representatividad y de mando real. Todos los elementos, añadidos a la agudización de las condiciones objetivas, determinan la imposibilidad de repetición de procesos al estilo resistencia.

La resistencia obrera peronista a partir de 1955 se vio aislada e incluso enfrentada con los sectores estudiantiles y profesionales que hoy parecen acompañarla o por lo menos mirarla con simpatía. ¿Hasta qué punto es permanente la actual alianza obrero-estudiantil y en qué medida influirá sobre las luchas de masas y sobre la lucha armada en la Argentina?
FAP: Efectivamente desde tu tiempo a esta parte se ha dado un salto cualitativo en el movimiento estudiantil, en la medida de su acercamiento a lo nacional y a las luchas concretas de los trabajadores además de una progresiva comprensión del peronismo. Esto brinda perspectivas optimistas en cuanto a una alianza obrero-estudiantil, cuya permanencia estará determinada fundamentalmente por la profundización de las luchas mismas de la clase obrera, lo que, obviamente, fortalecerá tanto las luchas de masas como la lucha armada.

En 1969 se dieron en la Argentina especiales acciones de masas, obrero-estudiantiles, que ocuparon ciudades enteras -Córdoba y Rosario- y derrotaron momentáneamente a la policía. A partir de ese momento la teoría de la insurgencia general como la vía revolucionaria para la Argentina se sumó a la teoría de la creación de un ejército popular y la lucha armada prolongada. Esas dos concepciones se reparten hoy el campo revolucionario. ¿Son excluyentes o bien deben reforzarse mutuamente las acciones de masas y las luchas armadas?
FAP: Nuestra estrategia se opone a la teoría de la insurrección popular como vía revolucionaria. Y es erróneo fundamentar esa teoría en hechos como las acciones masivas de 1969 en nuestro país, que tampoco fueron guiadas por esa concepción. Tampoco se inscribieron en una estrategia de lucha armada. El nivel en que actualmente se desarrolla la ofensiva contrarrevolucionaria impone la lucha armada como una vía conducente al triunfo. Durante toda una primera etapa de la lucha de masas se seguirán dando en forma no coordinada con las acciones armadas de las organizaciones revolucionarias.

Este accionar el pueblo, es de todas maneras, conducente, en la medida en que aporta a uno de los objetivos de la guerra: el debilitamiento del enemigo. Es una tarea de los revolucionarios encontrar la manera de unificar, en una estrategia de conjunto, todas las formas y niveles de lucha.

Nuestra tarea política fundamental en este momento es tratar de incorporar a las luchas reivindicativas métodos similares a los de la guerra revolucionaria. De allí que nuestras operaciones tienden a demostrar la viabilidad del método, por un lado, y la vulnerabilidad del régimen, por el otro. El grado a que lleguen las represiones policiales y la prepotencia patronal le imponen a la clase obrera la implementación de formas organizativas de clandestinidad y seguridad similares a las de las organizaciones armadas. Si bien este proceso es incipiente, es evidente que en la medida en que la clase trabajadora vaya adoptando nuevos métodos se han de elevar la calidad y la eficacia de la lucha de masas.

Las FAP se iniciaron en 1968 con un fracaso en la guerrilla rural -Taco Ralo, en la provincia de Tucumán- y reaparecieron en 1969 y 1970 con varios triunfos en medios urbanos. Aparte del factor azar, que siempre puede pesar sobre operaciones aisladas, ¿es posible extraer de esa experiencia opuesta a Taco Ralo, algunas lecciones más generales sobre la guerrilla argentina?
FAP: Taco Ralo se tiene que colocar dentro de la experiencia de la vanguardia latinoamericana. El ejemplo de la Revolución Cubana repercutió dentro de las filas del peronismo, impulsando a su vanguardia a concretar las normas de la guerrilla rural. La derrota de Taco Ralo no significa que en nuestro país se dé por fracasado el método de la guerrilla rural. Las características específicas de la Argentina -grandes núcleos de concentración urbana, por un lado, y zonas geográficas y políticamente aptas para la lucha rural, por otro- determinan que la lucha armada se ha de verificar tanto en el terreno rural como en el urbano.

La experiencia de Taco Ralo sugiere que las FAP pasaron por un periodo foquista. ¿Ha sido superada esa etapa? En caso afirmativo, ¿en qué etapa se encuentran hoy las FAP?
FAP: En Taco Ralo cometimos el error estratégico fundamentalmente referido a los aspectos militares: inexistencia de redes logísticas y falta de consolidación de la estructura urbana. Nuestra confianza fundamental a nivel político se basaba en la gran capacidad de lucha del pueblo peronista. De cualquier manera entendemos que existió una tendencia foquista en la medida en que confiamos excesivamente en la organización espontánea del pueblo para este tipo de lucha. Es a partir de aquí que se empieza a consolidar en términos más precisos nuestra estrategia. En la actual etapa las FAP se proponen la consolidación de la organización y la propagación del método y de las posiciones políticas dentro del desarrollo de las operaciones armadas y de las acciones de masas.

Aparte de las FAP otros grupos que también esgrimen la consigna de «Perón Vuelve» han realizado acciones contra objetivos menores. ¿Es un fenómeno de contagio o el resultado de las aplicaciones conscientes de la descentralización de las acciones dentro de la unificación de la doctrina, similar a la que se propuso en Brasil Carlos Marighella?
FAP: Más que un fenómeno de contagio, lo que demuestra la sucesión de acciones armadas realizadas por diferentes organizaciones con nuestras mismas consignas es el nivel de madurez de la vanguardia del movimiento peronista para asimilar una metodología correcta. Carlos Marighela llevó al plano de la enunciación teórica una característica de la realidad brasileña. Esta característica se está dando también en nuestro país. No es el resultado de una aplicación consciente, planificada. Es el fruto del desarrollo de un proceso: Los sectores más claros de nuestro movimiento, influenciados por nuestro accionar y por el peso de la realidad, han comenzado a desarrollar autónomamente organizaciones armadas. Nuestro objetivo en este orden de cosas es tratar de lograr una unificación en el plano de la estrategia común.

Las FAP se han referido con respeto y sin sectarismo a otras organizaciones no peronistas que han emprendido el camino de la lucha armada en la Argentina. ¿Esto indica a mediano o largo plazo, la posibilidad de reunificar las acciones y eventualmente el comando de la guerra revolucionaria en la Argentina?
FAP: Nuestro respeto hacia organizaciones no peronistas es la obligación que tenemos para con cualquier núcleo de argentinos que inicia concretamente el camino de la lucha armada revolucionaria. El hecho de que no se proclamen peronistas indica una diferencia política que no es lo que nos inquieta fundamentalmente en este momento, pues no nos creemos dueños de la revolución. Lo que nos preocupa es evitar el riesgo que significarían actitudes de competencia o desinteligencia entre las organizaciones armadas que hoy estamos doblando nuestro esfuerzo en debilitar a un enemigo común. Esta actitud, que implícitamente requerimos a toda organización revolucionaria, implicaría en un futuro la concreción de un sólido Frente de Liberación Nacional.

Dentro de América Latina, la clase trabajadora argentina ha demostrado una capacidad excepcional de movilización y organización. ¿Eso crea condiciones distintas para la guerra revolucionaria que en otros países del continente? Concretamente, ¿es posible así quebrar la constante que caracteriza a los restantes movimientos guerrilleros, integrados principalmente por universitarios, intelectuales, estudiantes y en mucho menor grado por obreros?
FAP: En las experiencias de lucha armada del peronismo, Uturuncos (primera guerrilla aparecida en 1959 en Tucumán), Taco Ralo, tuvieron relevante participación los compañeros trabajadores. La excepcional capacidad de organización y movilización que tiene nuestra clase trabajadora determina desde ya que solamente ha de quebrarse la citada constante de la composición de los grupos guerrilleros sino que nos hacen prever un desarrollo de la guerra del pueblo con características muy particulares.

Se ha observado una presencia casi invariable de algunas mujeres en los grupos de acción de las FAP. ¿Qué significado se le da a este hecho?
FAP: Nosotros partimos por principio de una amplia concepción revolucionaria de acuerdo a la cual la mujer tiene que tener el mismo grado de participación que el hombre en todos los procesos de la sociedad y, sobre todo, en el proceso de cambiar una sociedad que la ha sumergido en una situación de marginación y dependencia. Es por ello que en las FAP, mujeres y hombres tenemos el mismo grado de participación en todas las tareas revolucionarias y en todo tipo de responsabilidades, especialmente en la primera línea de combate. Además es la continuación de toda una trayectoria en nuestro movimiento, ejemplificada no sólo por Eva Perón sino también por las medidas concretas del gobierno peronista que elevaron a la mujer argentina en todos los ordenes especialmente el político.

En varios países de América Latina se han desarrollado acciones armadas de organizaciones revolucionarias que se plantean objetivos de liberación nacional. ¿Existe ya una idea o estrategia de continentalización de la guerra revolucionaria?
FAP: Señalamos como principal enemigo de la humanidad a los Estados Unidos de Norteamérica. En esta medida nos sentimos solidarizados con la lucha que desarrollan todos los pueblos sometidos del mundo en contra de este enemigo. La dominación de los Estados Unidos en América Latina tiene características muy claras y especificas. La lucha de nuestros pueblos por su liberación es la respuesta consciente a esa opresión.

Estados Unidos acciona respecto a América una estrategia continental de dominación. Sería utópico, entonces, plantearnos aisladamente la liberación de nuestra patria. Es decir, nuestra estrategia deberá ser también continental. La liberación total sólo será producto de la derrota del imperialismo a nivel continental. Ahora bien, queda claro que una estrategia de continentalización de la lucha a partir de un desarrollo de la guerra revolucionaria en cada uno de nuestros países. Este es el aporte de este momento a la continentalización de la guerra. Llegará el momento en que se impondrá la coordinación de las luchas nacionales, cuando la guerra en cada país, haya alcanzado un adecuado crecimiento.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar