La derrota de las fuerzas patriotas en Sipe-Sipe, el 29 de noviembre de 1815, fue un duro revés para las aspiraciones independentistas más osadas, al cerrarse definitivamente el paso norteño hacia el Alto Perú. Sin embargo, habría tiempos de revancha, que lo encontrarían al general José de San Martín cruzando los Andes y liberando a Chile y Perú por el paso andino.
La planicie de Sipe-Sipe se encontraba unos 20 kilómetros al oeste del valle de Cochabamba (centro de la actual Bolivia). Constituía éste junto a las ciudades de Oruro y Potosí, un triángulo neurálgico del escenario colonial, cuya conquista y asentamiento de fuerzas podía dar un vuelco a la guerra por la independencia. Lo entendieron así los realistas, pero quizás no tanto los patriotas quienes, en esta ocasión, pusieron en juego más las divisiones internas que la necesidad de doblegar el dominio español.
Tras algunas derrotas que provocaron el repliegue del Ejército del Norte hacia Potosi, el comandante José Rondeau, reemplazante entonces de San Martín, decidió lanzar la ofensiva sobre el ejército realista. No contaba entonces con las fuerzas de Martín Miguel de Guemes, ni con los refuerzos porteños. Al avanzar hacia el Norte, fue repelido y debió retirarse al Este, hacia Cochabamba. Allí, con más de 3000 milicianos, esperó el enfrentamiento con las fuerzas realistas, comandadas por el entonces general Joaquín de la Pezuela –luego anteúltimo Virrey del Perú, que contaba con numerosos refuerzos.
La mayor disciplina, número y armamento de los españoles decidieron la suerte del combate, ocasionando a los patriotas más de 1000 bajas. La larga campaña al Alto Perú comenzada en 1810 había fracasado y esta derrota sólo logrará ser revertida con la incursión del Ejército de los Andes a través de Chile. Recordamos la fecha de esta batalla con el digno elogio que el general Pezuela hiciera sobre la combatividad del ejército patriota derrotado por sus fuerzas.
Fuente: Fermín Arenas Luque, Efemérides argentinas (1492-1959), Buenos Aires, 1960.
«Fueron los enemigos batidos sobre el campo de Batalla, pero reuniéndose siempre y perdiendo terreno palmo a palmo, con tesón y una disciplina como pueden tener las mejores tropas. Su caballería trabajó admirablemente.»
General Joaquín de la Pezuela
Fuente: www.elhistoriador.com.ar