Autor: Felipe Pigna
La clase dirigente que acompaña el proceso de modernización en el que el progreso económico y la organización política provocan el surgimiento de una nueva sociedad, es la denominada Generación del ’80. En ella se destacan personalidades de distinta edad y formación como Paul Groussac, Miguel Cané, Eduardo Wilde, Carlos Pellegrini, Luis Saenz Peña y Joaquín V. González.
La idea de progreso en el campo social junto a la fe en los avances del capitalismo industrial generan una visión optimista del futuro humano.
Esta visión, propia del positivismo requiere para su realización eliminar los obstáculos que, para los hombres del ’80, son principalmente la tradición tanto indígena como hispánica y la falta de educación al estilo europeo.
La Argentina se integra a la economía europea y al mercado mundial como compradora de manufacturas y proveedora de materias primas. Aunque las vacas son más pesadas, la balanza comercial siempre nos será desfavorable.
Los hombres de esta generación se caracterizaron por heredar y compartir muchos de los pensamientos y aspiraciones de la generación del 37, como el de que sólo la clase letrada es la poseedora del derecho a conducir el país y la adhesión al pensamiento liberal. El liberalismo sostuvo la fe en el progreso y la creencia en que el desarrollo económico sólo se alcanzaría mediante el juego libre de las fuerzas comerciales y con gobiernos limitados a respetar la libertad individual.
Fueron discípulos del pensamiento de Juan Bautista Alberdi y Herbert Spencer. Para Juan B. Alberdi (1818-84), consolidada definitivamente la unidad del país, había que «civilizarlo», y los dos pilares básicos del desarrollo eran para éste y sus discípulos ideológicos, la mano de obra y el capital extranjero. Los hombres del 80, esencialmente políticos y no teóricos, hicieron suyos estos postulados que, prácticamente eran los que habían dominado los últimos veinte años.
Herbert Spencer (1820-1903) fue un notable teórico social británico que intentó aplicar las leyes evolutivas de la biología al estudio de la sociedad. Influido por Charles Darwin (1809-82), también tomó de este el principio de la supervivencia del más apto.
El grupo dirigente del ’80 adhiere al liberalismo económico pero practica un claro conservadurismo político reservándose el manejo de los mecanismos del poder al considerarse los únicos aptos para detentarlo.
El uso del fraude electoral es moneda corriente y está facilitado por el sistema de voto cantado, la inexistencia de padrones oficiales y el ejercicio de la intimidación y la violencia.
Esto alejaba a la gente común de la política a la que ve como una farsa, sin partidos que la representen y sin posibilidades de expresar libremente su opinión.
El proceso de la Constitución de una hegemonía Gubernamental, basada en el control de la sucesión que el presidente saliente ejercía sobre el presidente que lo iba a suceder, sobre mecanismo de fraude y control electoral aplicados lisa y llanamente en la emisión del sufragio y sobre todo, por el control que el gobierno nacional ejercía sobre las provincias y los gobernadores de provincia. Es el Senado de la nación el que va a recibir a los gobernadores salientes que a su vez cuidan la sucesión y que a su vez controlan el sistema junto con los presidentes.
Todas estas prácticas antidemocráticas y excluyentes son comunes a las diversas vertientes políticas que se alternan en el poder.
Persiste aún hoy el debate sobre la identidad ideológica de estos grupos ¿eran liberales o conservadores?
En Argentina los partidos políticos o grupos políticos y sus títulos son un poco confusos en términos de la historia europea. Se usa el término liberal y conservador, por ejemplo en la historia inglesa para designar partidos claros. En Argentina esa diferencia no existe porque normalmente el liberal es lo que entendemos ahora por conservador.
Gobernaba un solo bloque y dentro de ese bloque convivía el temperamento conservador, si por temperamento conservador se entiende conservar las posiciones de poder adquiridas, con el temperamento liberal, si por temperamento liberal se entiende la apertura a un horizonte de reformas que en aquella época era muy importante.
El positivismo representò la vanguardia ideológica de una burguesía identificada con el avance sostenido de la ciencia y de la técnica, como forma de desarrollar las fuerzas productivas y de terminar con las secuelas de la «barbarie» tanto en el orden material como el cultural. La «utopía» positivista apuntaba a configurar sociedades previsibles en las cuales los individuos estuvieran absolutamente absorbidos por el poder.
De esa preferencia por lo previsible, tomaba fuerza la idea de suprimir la «política», identificada con el caudillismo, la confrontación violenta y en general la aparición de tendencias orientadas a suplantar al sector que ejercía el poder. Se pensaba en su reemplazo por la «administración», una actividad regular, con rasgos «científicos», legitimada por la posesión de un saber sobre el bien de la sociedad nacional que abrevara en los grandes derroteros de la «civilización» y consolidara un progreso tan lineal corno indefinido en su duración. Burócratas serenos, imbuidos de soluciones a-valorativas, tomadas después de un estudio desapasionado de cada cuestión de la agenda pública, eran el modelo de «administradores» que debían reemplazar a los «políticos» de una época superada.
Buscaron nacionalizar la cultura del país. Preocupados por los posibles efectos desintegradores de la política inmigratoria, practicaron un liberalismo de neto corte laicista y promovieron la separación de la Iglesia en las cuestiones referentes al Estado. Esto trajo como consecuencia el enfrentamiento con la Iglesia y los sectores católicos representados, entre otros,por José M. Estrada, Pedro Goyena, Emilio Lamarca. El debate entre ambos sectores se caracterizó por el menosprecio que el grupo innovador manifestaba por las posiciones católicas, ya que para la mentalidad positivista el dogmatismo cristiano era el principal obstáculo en el camino hacia el progreso.
Sin embargo, liberales y católicos no se enfrentaron en el aspecto socioecónomico. El rol del país, como proveedor de materias primas, era compartido por ambos sectores.
Un aspecto polémico con respecto al tema tratado es el de la existencia o no de un programa generacional.
Algunos analistas hablan de un «proyecto político y económico de la generación del 80» que, si bien no fue enunciado en forma explicita, se lo puede encontrar definido en discursos políticos y parlamentarios. Manifestaciones de este proyecto serían en el campo político social: las leyes laicas, la concentración del poder y la política inmigratoria.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar