El 7 de mayo de 1919 nacía en Los Toldos, provincia de Buenos Aires, María Eva Duarte, conocida como Evita. Luego de casarse con el general Juan Domingo Perón, abandonó su carrera de actriz y acompañó al líder justicialista en su gobierno, realizando una extensa obra de trabajo social. Desde la Fundación Eva Perón, creó escuelas, hogares de ancianos, una ciudad infantil y colonias de vacaciones. A continuación reproducimos fragmentos de diversos discursos de Evita donde aparecen delineadas sus preocupaciones sociales.
Fuente: Perón, Eva, La razón de mi vida y otros escritos, Editorial Planeta, Buenos Aires, 1996.
Sobre la niñez – 15 de febrero de 1947
En mi labor diaria de buena voluntad y de humilde colaboradora en la Secretaría de Trabajo y Previsión, vivo las impresiones sensitivas más diversas, algunas de emotividad superior a mis posibilidades receptivas para el dolor humano. Pero debo confesar que, si todos los problemas de injusticia social y de dolor despiertan en mí la rebeldía y la voluntad de hacer justicia, el problema de la niñez es, por excelencia, el de mi mayor atención y máximo cariño. El dolor de los niños no lo justifico en ningún sentido, y medito que, en ese orden de asistencia social, la Revolución tiene a su cargo uno de los problemas trascendentales que demandan justicia sin pérdida de tiempo.
La obra de justicia social iniciada por nuestro Presidente desde la Secretaría de Trabajo y Previsión es, a poco que meditemos, una de las soluciones más beneficiosas de esos últimos tiempos a favor de la niñez necesitada y abandonada de nuestro país.
Porque varios son los factores que intervinieron en la formación de ese inhumano estado de la niñez: la mala situación económica, los salarios antivirales, la desocupación, el trabajo de las madres fuera del hogar, la deficiente alimentación, la mala vivienda y el medio ambiente cultural inexistente son hechos de verdadera deshumanización del individuo que la obra revolucionaria ha desterrado para siempre de los anales del dolor del pueblo argentino…
Sobre la justicia social – 28 de julio de 1948
La felicidad de un pueblo, en cuanto se refiere a sus medios de vida, se logra con una adecuada legislación en materia de justicia social y una equitativa distribución de la ayuda social. Porque resulta innegable que ésta es complemento de aquélla. La justicia social juega en el orden de los seres aptos para el trabajo, puesto que los que dejan de serlo, ya sea por accidentes, por enfermedad o por causa que la ley contempla, no quedan jamás desamparados. La ayuda social, en cambio, va dirigida a otro sector humano, que el Estado y la sociedad no pueden ni deben ignorar. Es un deber de solidaridad humana que supera todo prejuicio.
La ayuda social que llega, que se suministra racionalmente, previo examen de las condiciones de vida del que la recibe, protege y estimula. La limosna, dada para satisfacción de quien la otorga, deprima y aletarga. La ayuda social, honestamente practicada, tiene virtudes curativas. La limosna prolonga la enfermedad. La ayuda social está destinada a mitigar necesidades y restituir a la sociedad, como elementos aptos, a los descendientes de los desamparados.
Sobre la productividad de los trabajadores – 25 de agosto de 1948
Toda la pretendida complejidad de los problemas sociales ha servido, en el pasado, como cortina de humo para negar a los trabajadores sus derechos naturales a reclamar mejores condiciones de vida. En esa época, en que el capital deshumanizado era el principal enemigo y el Estado –que lo apoyaba- el instrumento legal de la explotación, pedir mayor producción a los trabajadores era pedirles que contribuyeran con más sudor, con más sacrificios, con mayores esfuerzos a la riqueza de pocos y a la miseria de muchos. Nuestra actualidad y la política de justicia de nuestro líder, el general Perón, han invertido los términos del problema. Ahora no son nuestros enemigos los que nos indican que produzcamos más; somos nosotros mismos los que comprobamos que produciendo más viviremos mejor, y que trabajando con mayor conciencia social estaremos labrando el grandioso porvenir de nuestra Patria.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar