La situación universitaria en Córdoba
El pleito ante el presidente


Fuente: Diario La Nación, 13 de julio de 1918.

En la casa de gobierno conversó ayer con el presidente de la república el presidente de la Federación universitaria de Córdoba D. Enrique F. Barros.

El delegado de los estudiantes cordobeses permaneció dos horas con el primer magistrado, durante las cuales le expuso detalladamente los antecedentes y últimas incidencias del pleito universitario.

Dijo el Sr. Barros que los estudiantes de Córdoba descartan en absoluto las personas, por cuanto nunca se trató de ellas sino de la enseñanza. No queremos una simple reforma del estatuto de la constitución universitaria, de su letra ––agregó– sino una saludable y profunda renovación del espíritu. Nada decimos de la persona del Dr. Nores; pero lo combatimos como la expresión de un círculo estrecho y sectario, como lo demuestra su programa rectoral; la reciente pastoral del diocesano de Córdoba que lo declara bandera de lucha religiosa –lucha lamentable y detestable–; –las palabras que el Dr. Nores dirigió al propio Sr. Barros, cuando este y otro compañero le solicitaron su renuncia como un homenaje y una contribución al orden y a la paz que deban reinar en la universidad, palabras que el presidente de la Federación confirmó bajo fe de caballero, y según las cuales el rector de la universidad prefería que quedara el tendal de cadáveres de los estudiantes antes que renunciar y, por último, el telegrama dirigido a la Federación universitaria argentina por el Dr. Nores, del cual el Sr. Barros dejó una copia legalizada al Sr. Irigoyen, y en cuyo telegrama el rector cordobés usa de términos violentos para calificar la conducta de los jóvenes.

El presidente de la Federación resumió los argumentos de orden legal  que, a su juicio, vician de insanable nulidad el acto en que el Dr. Nores fue designado rector; pero haciendo notar que tienen mayor fuerza los reparos morales que enunció, entre los cuales figura la circunstancia de que votaran por aquél cinco primos hermanos, un pariente maternal, espiritual y político –el Dr. Caffaretta—tres profesores que declararon públicamente que debían servicios profesionales al candidato, y un enemigo personal del doctor Martínez Paz.

El Sr. Barros manifestó que todo ello, como el franco repudio de la masa estudiantil, inhabilita al Dr. Nores para colocarse al frente de la universidad, que está conduciendo a la ruina con su obstinación.

El presidente de la Federación universitaria aludió, por fin, a las derivaciones política y religiosa que algunos quieren imputar al movimiento para obstaculizarlo y afirmó que la juventud de Córdoba defiende ideales no prebendas, ni puestos públicos, ni intereses ajenos al más puro anhelo universitario y por lo mismo que no cejará en la lucha hasta conseguir la victoria.

El Sr. Irigoyen escuchó con visible interés la exposición del delegado cordobés y al terminar éste su alegato, le formuló numerosas preguntas que el Sr. Barros respondió inmediatamente en forma que al parecer satisfizo al presidente. Este, por fin, expresó la simpatía que profesa a la juventud, prometió estudiar detenidamente el asunto parta darle una elevada solución y escuchar en todo instante a los representantes estudiantiles.

El Sr. Barros se retiró exponiendo la complacencia con que había escuchado las manifestaciones del Sr. Irigoyen y la esperanza de que el pleito universitario tenga un final satisfactorio e inmediato.