Nicanor Costa Méndez


Autor: Alberto M. Perrone. Revista Siete Días, Nº 859, 30 de noviembre de 1983, pp. 12 a 15.

La revista Siete Días y el Informe Rattenbach. La réplica del canciller de la Dictadura

El 23 de noviembre de 1983 la revista Siete Días salía a la calle con una edición que detonaba el manto de silencio impuesto sobre la guerra de Malvinas. Mucho se había dicho y denunciado, pero ahora trascendía a la opinión pública un informe crítico producido por los mismos militares.

El Informe Final elaborado por la Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades Políticas y Estratégico Militares en el Conflicto del Atlántico Sur, más conocido por el apellido de quien presidió la comisión, el teniente general Benjamín Rattenbach, había sido elaborado bajo secreto militar entre el 2 de diciembre de 1982 y el 16 de septiembre de 1983. El contenido iba mucho más allá de lo que la Junta se había imaginado. Las conclusiones sobre las responsabilidades de los altos mandos militares y civiles en la guerra fueron devastadoras y se recomendaban penas severísimas para los máximos responsables. Por ello mismo, había sido ordenado el ocultamiento de las 13 copias existentes.

Sin embargo, el informe trascendió, a pesar del intento de la Junta de impedir su publicación. A contrareloj, la redacción entera de la revista Siete Días se dedicó a chequear la información recibida, armar la edición, imprimirla y distribuirla. La difusión se hizo en dos ediciones.

En la primera, del 23 de noviembre, se publicaron las conclusiones de los apartados referidos a las negociaciones seguidas antes de iniciada la guerra y de cómo se tomó la decisión estratégica militar de iniciarla. Además, la evaluación y análisis crítico del accionar de los comandantes en Jefe, operacionales y de nivel táctico. También, la determinación de las responsabilidades en el nivel político nacional, en el estratégico militar y de otros niveles. Por último, el encuadramiento jurídico que sugerían para cada uno de los responsables.

En la segunda edición, la del 30 de noviembre, se siguió publicando parte del documento, más de la mitad del mismo, y se buscó conseguir apoyo a la revista, que sufriría el ataque de la Junta. Así, se entrevistaron a numerosos directores periodísticos y personalidades. Por otro lado, se hicieron algunos reportajes de importancia, para conocer las opiniones sobre el informe. El primer entrevistado fue el mismísimo general Rattenbach. Luego, el canciller de la dictadura, Nicanor Costa Méndez. También se entrevistó al contralmirante Horacio Zaratiegui, quien había estado preso durante el último año por criticar a la Junta en el mismo sentido en que lo había hecho la comisión Rattenbach. También se obtuvo la opinión de ex combatientes y, finalmente, la de los futuros ministros de Defensa y de Interior para la nueva era democrática que estaba por abrirse.

La difusión del documento tuvo un impacto monumental en la opinión pública, que comenzaba a enterarse de la verdad de lo ocurrido en Malvinas. La Junta inició un juicio contra los responsables periodísticos de Siete Días. Pero el proceso duró lo que restaba de Dictadura.

La decisión oficial de hacer públicos los contenidos de aquella investigación –pese a su trascendencia a la prensa- se tomó recién el 7 de febrero de 2012, cuando la presidente Cristina Fernández de Kirchner firmó el decreto 200 que dispuso la desclasificación del Informe Rattenbach.

En esta oportunidad, ponemos al servicio de nuestros visitantes el reportaje que hiciera la revista Siete Días al canciller de la Dictadura durante la guerra, Nicanor Costa Méndez, sobre quien recaían graves acusaciones.

La comisión interfuerzas no tiene facultades –por lo menos con respecto a mí- ni para juzgarme ni para acusarme, por lo menos constitucionalmente. Si hubiera delito, cosa que no hay, debería existir una actuación penal. En cuanto a lo político, sólo las cámaras del próximo congreso estarían en condiciones legales de instruir un proceso sobre mi actuación como canciller. En consecuencias, el hecho de que una prestigiosa publicación dé a conocer un documento considerado altamente secreto por el actual gobierno no es otra cosa que cumplir con los imperativos de la profesión periodística. Yo lo encuentro natural y hasta excelente. Tan sólo que no puedo tomar oficialmente conocimiento de lo investigado por la comisión Rattenbach hasta que no sea considerado documento público y tome conocimiento oficial. Aunque no dudo que Siete Días ha verificado la autenticidad de lo publicado.

¿Un canciller ‘de facto’ considera natural que su desempeño lo juzgue un gobierno constitucional o preferiría que esto se resolviera antes del 10 de diciembre?
Conforme a las Actas de la actual Junta asume todas las facultades de un gobierno legal. Y entonces debería, en el caso de quererlo, hacerme un juicio político muy rápido.

Durante la guerra por las Malvinas, el corresponsal de Siete Días en Nueva York le preguntó su opinión sobre qué posibilidades tendría la Argentina frente al empleo de las fuerzas navales inglesas. Usted replicó, señalando en un gran mapa, que la distancia existente entre Inglaterra y las Islas Malvinas, volvían inexistente esa posibilidad. Sin embargo, la armada real inglesa transportó a los soldados que derrotaron a las Fuerzas Armadas nacionales. ¿Un error de evaluación como el señalado forma parte de la crítica que realiza la comisión Rattenbach sobre la actuación de la Cancillería?
No sé. Debería analizar el tema. Pero no creo haber sido tan taxativo como usted dice.

Sin embargo, así se publicó en esta revista. Por otra parte, las conclusiones de la comisión Rattenbach le reprochan haber tenido una actitud de soberbia que incidió negativamente en las negociaciones. ¿Admite esto?
Realmente, la gente que me ha visto actuar sabe que ésa no fue mi actitud. Pude haber cometido errores igual que cualquier persona que, prácticamente, tiene que actuar sola y sometida a grandes tensiones. Pero siempre hice todo con lealtad y patriotismo.

¿Por qué cree que el informe consigna que usted ha trabajado en compañías multinacionales? ¿Conoce a los integrantes de la comisión interfuerzas?
Conozco a todos ellos en mayor o menor medida. El juicio por mi vinculación con empresas extranjeras es algo que hace más de un año que duerme en un juzgado federal y no tiene nada que ver con esto. Está dicho sólo por molestar; hace muchos años que no soy abogado de multinacionales. Pero quiero ser muy claro. Insisto en que no deseo referirme al documento que Siete Días publica hasta que no sea un documento oficial y no porque dude de su autenticidad. Porque además, no existe un procedimiento jurídico para evaluar lo hecho políticamente, salvo el que indica la Constitución. Cuando sea oficialmente imputado voy a responder puntualmente. Y si fuera necesario armaría con un equipo de especialistas mi propia defensa ante un juicio político. Por un lado se me acusa de soberbia y por otro de vinculaciones extranacionales. ¿En qué quedamos?

¿Qué idoneidad tienen las personas que realizaron las investigaciones?
Esa es una pregunta que no puedo contestar. Puedo decir que no les reconozco autoridad legal alguna para acusarme.

En un libro de un periodista argentino y en modo similar a la comisión Rattenbach lo acusa a usted de llevar por mal camino las negociaciones por haber privilegiado una ‘diplomacia secreta’. ¿Cree que efectivamente el secreto con que se condujeron las tratativas incidieron en el fracaso?
La diplomacia es abierta, pero la negociación a veces debe ser secreta.

Otra de las imputaciones del Informe final sobre la guerra indica textualmente que “prácticamente en la mitad de los escasos documentos emitidos por la Cancillería se expresa –‘no se registra quién lo ha producido’- y, eventualmente, se conoce la fecha de su elaboración”. ¿Realmente, usted no facilitó otro tipo de documentos de los que produjo la Cancillería durante su gestión?
No quiero juzgar, recusar ni aprobar el documento.

¿La clave de la evaluación de su desempeño pasa por mostrar que usted evaluó incorrectamente la relación de la Argentina con los países ‘No Alineados’, con los Estados Unidos así como el vínculo de Gran Bretaña con los norteamericanos?
Eso estoy muy interesado en contestarlo. Siete Días va a ser también la primera publicación donde se anticipe el libro que estoy terminando.

¿La derrota militar durante su gestión pone el futuro de las Malvinas cada día más lejos de nuestro país? Las inversiones de la OTAN en las islas y las declaraciones británicas, ¿qué le indican?
Eso lo va a demostrar el tiempo. El 2 de abril cambió el futuro de las Malvinas. Antes de eso, Gran Bretaña había decidido congelar las negociaciones y el mundo desconocía el derecho argentino sobre las islas. El tema Malvinas no interesaba a nadie. Hoy es algo conocido por el mundo y que las Naciones Unidas tendrá que afrontar. Gran Bretaña, para defender esas islas ha llegado a un enfrentamiento con buena parte de las Naciones Unidas. Ha debido hacer una inversión económica en el Atlántico Sur que los propios ingleses critican. Se hace un gasto que no está justificado ante una población que pide que se negocie. Tampoco existe un interés militar ni estratégico, ni se justifica eso por las supuestas explotaciones pesqueras o petroleras. Antes, Gran Bretaña podía solazarse en un ‘statu quo’ que no nos beneficiaba a los argentinos, pero hoy ya no.

Pero el informe final de la comisión Rattenbach en ningún momento descubre nada positivo a lo hecho. ¿Por qué?
Usted es un periodista con algo de fiscal. Me está haciendo casi un sumario de instrucción. Lamentablemente, hay que postergar mi respuesta. Muy pronto más de uno habrá de llevarse una sorpresa.

Pasando a otro tema. El informa da por sentado que el marco jurídico internacional que rompió la Junta presidida por Galtieri al iniciar las acciones, es un simple dato de la realidad. ¿No cree, en cambio, que la Argentina perdió apoyo justamente porque quebró y rechazó las reglas internacionales?
Eso es algo que contestaré con todo gusto. De hecho, yo considero que Gran Bretaña inició la agresión inicial, durante los incidentes de las Georgias. Pero existe una gran falla en el sistema jurídico internacional para la solución pacífica de las controversias. No hay mecanismos para prevenir la guerra cuando una de las partes no lo quiere hacer. Y menos cuando esa parte es miembro del Consejo de Seguridad. Ante esa fisura del sistema internacional la ocupación de nuestro propio territorio tampoco violenta el derecho internacional. Afganistán o Granada son ejemplos mucho más graves de hechos similares. Cuando la agresión la hace el más fuerte y le sale bien, eso no se considera agresión.

¿Pero por qué nos comportamos así si no éramos los más fuertes?
Lo que se hizo no fue para quedarse, sino para romper el ‘statu quo’. Ese ‘statu quo’ finalmente se rompió y en ese sentido estamos mejor que antes. Ha sido a un costo, sin duda, muy alto.

¿No era suficiente lo que se ofreció durante la negociación para crear un Consejo de varios países, devolverles a ellos el gobierno y comenzar las nuevas tratativas inmediatamente?
Entiendo que el momento más cercano al triunfo que tuvo la Argentina fue por la mediación de Fernando Belaúnde Terry. Es decir, la gestión del Perú, que fue el resultado de modificarse la posición de los Estados Unidos.

Otra de las conclusiones de la comisión Rattenbach indica que en ningún momento la diplomacia argentina hizo algo por la paz. ¿Cómo considera esto?
Debería estudiar las conclusiones y ver en qué argumentos se fundan. Sólo puedo decir que eso no es cierto.

¿Cree que la comisión se ha ensañado por ser usted civil?
No quiero contestar a esa pregunta. Sería algo muy subjetivo.

¿Cree que el informe Rattenbach incursiona en lo subjetivo?
Efectivamente, por eso mismo yo no deseo hacerlo.

¿Es lógico que esta comisión militar auspicie también sanciones para un civil?
Las decisiones políticas no están regladas por normas. Se pueden alabar o censurar solamente.

Para terminar, doctor, el informe final de la comisión Rattenbach también se hace eco de sus opiniones respecto de los Países No Alineados. ¿Usted considera que somos o no parte del bloque de los No Alineados?
Yo he dicho que puede discutirse si la Argentina podía pertenecer al Tercer Mundo. Lo he dicho antes del 2 de abril. La Argentina pertenece a los ‘No Alineados’ y al Grupo de los 77 y debe seguir ahí. Ello no quita tener independencia para otras alianzas. En síntesis, aún espero que se me dé traslado oficial del Informe Rattenbach para poder analizarlo correctamente. Mientras tanto, continúo trabajando en mi libro.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar